Destierro

¡Señor!, qué duro es el destierro
añoro aquel Edén que era nuestro dominio
tengo miedo, Señor, de mi indigencia
sólo la fe me anima y tu amor infinito.

Te pido ¡Oh Jesucristo!, la fuerza necesaria
no me des ni fortuna, ni poder, vanos mitos,
protege a los que me diste, compañeros de ruta,
apiádate de nosotros, tus hijos desvalidos.

¡Qué breve es, Padre Eterno, este largo destino!
me siento confundida como ser de dos mundos,
el incierto futuro, en tus manos entrego,
sólo dame coraje para andar el camino.