Amaneció el rosal adormecido
y estalló en fulgor de luz
el dulce canto de un jilguero.
Bebió en el sol de primavera
la fugaz y sedosa amapola
que es alfombra y es manto.
Verdecieron los tilos añejos
y se estrelló el jazmín en tornasoles.
En la tibia tarde yo también renazco.
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