Tus versos han perdido volutas y armonías, son literalmente tu evolución de la musicalidad his-pana a la desnudez del haiku, reflejo del despojarse de forma y estilo a que nos fueron llevando los días…pero pérdida en Dios es ganancia y surge así más fluidamente la ternura y como los dibujos de Erika las vidas nuevas de hijos y nietos que te han ido tornasolando el alma.
Miranda honda traspasando ayeres, anhelo continuo del pleroma.
Apuraste la vida en un aprender constante y la entrega sin desmayos.
Risas que se ahogaron en dos diciembres parieron tus deber pensar, orar, hacer, ser.
Ir del aprender y crecer al encarnar la madurez, el celo, el fiel, la guía.
Amar hasta el paroxismo al Crucificado y hallarle tan temprano en traje de soldado.
Esperanza constante, eternas esperas de la plenitud que aún no se vislumbra.
Soledad infinita del escritorio vacío, de la cocina callada, casa, por las partidas, hollada.
Todos buscamos olvidar, tú, firme, mantenías henchido el velamen, abierta a la fe contra toda
duda.
Habita en ti la sed de infinito jamás saciada y millones de lágrimas agolpadas.
Encarceladas en un deber ser de amor crucificado que de tan encarnado se te hizo gozo.
Rezo hecho vida, lucha, poesía, llanto endurecido, caricia que no llega.
Tildes de la prosa diaria, los devenires en ti se tornan puertos del reargüir Eterno tus caminos.
Guerra sorda contra la depresión y la melancolía en ti se agolpan clamando por la Luz.
Urgiendo por la paz tan lejana cada día, son pueblos que gimen en tus venas.
Es la certeza del Camino, es el eterno encarnarse en este hoy que te obliga a dejar tu Tabor…
Ana María Lartigue
09/10/2008
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