“Perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden”
Lc. 11. 1-4
No puedo condenarte, hermano,
porque estaría firmando mi condena.
Nos perdonarán, tanto,
como hayamos perdonado.
Nos premiarán, tanto,
como hayamos amado.
¿Cómo puedo ser juez
si soy parte de este suceso?
Sólo debo comprender
desde mi indigencia.
Si cuando quise amar
apenas pude dar cariño.
Si cuando quise perdonar
sentí mi entraña endurecida.
Sólo Dios nos puede transformar
el corazón.
Sólo Dios nos puede enseñar
que Él no juzga.
Sólo Dios nos puede demostrar
cómo debemos amar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario