Dejo la selección al lector que es seguramente el protagonista de este hecho espiritual.
El poeta simplemente vuelca su sentir, un impulso que se le impone.
Queda en manos del lector la acción de desentrañar el significado, aprobar o desaprobar el material intangible que es el fruto poético.
Es difícil rechazar algún latido de nuestro corazón porque es probable que cada uno de ellos tenga un destino ignorado y el corazón no puede interrumpir su curso.
Cuando publiqué Telarañas recibí una grata acogida de mis lectores y lectoras. Palabras emotivas, inesperadas, ecos aún más poéticos que mis versos y comprendí que es el lector quien completa definitivamente la obra.
Las poesías son meras provocaciones que llegan fortuitamente a otras almas y las hacen vibrar.
A veces los prejuicios, impiden la libre comunicación, tan necesaria en el hecho poético, otras veces es el alma endurecida o herida la que niega la resonancia.
Pero el arte es libertad, nadie está obligado a captar el flujo que surge del artista, de ese obrero del espíritu que desnuda su alma y desconoce hacia donde y hacia quien dirige su obra.
María Esther Lartigue
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