Cuando el sol va perdiendo su brillo
y nuestras manos tiemblan
y a veces los colores se desvanecen
o nuestros pasos necesitan
un punto más de apoyo
aún nos queda el consuelo
de que nuestro cuerpo
débil y enfermo
es finito.
Pero cuando unas manos
se unen a las nuestras,
cuando amamos y somos amados,
cuando en los dolores y las alegrías
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