“¡Den gracias al Señor del cielo
porque es eterno su Amor!”
Sal. 136.26
Cuando padecemos nuestra indigencia
en el camino incierto;
cuando vemos las espadas sin vaina
que buscan al indefenso;
cuando tanteamos en la oscuridad
y perdemos la ruta;
cuando atravesamos un campo de espinas
que laceran nuestros pies;
cuando vemos que se desmoronan castillos
edificados sobre arena;
cuando caen las torres de los poderosos
en sólo una hora;
comprendemos que el reino de Dios no es de este mundo.
En el cielo hay un solo Señor,
que es la única verdad,
nuestro Padre poderoso,
Jesucristo el Redentor,
el Espíritu de Amor
que es el único Inmutable.
¡Demos gracias al Señor
porque es eterno su Amor!
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