Ilustraciones

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sábado, 20 de octubre de 2012

EPÍLOGO

No puedo justificar mi poesía, pero ¿debo justificarla?


¿Qué es la poesía? ¿Un don, una necesidad o un bálsamo?

Son hilos finos y gruesos que se entrecruzan en el camino.

Trazos del alma que no tienen un por qué, aunque a veces lo tienen.

Son las idas y las vueltas, los avances y los retrocesos que van formando figuras que apenas se perciben bajo el sol, como las babas que deja el caracol en su deambular.

Nosotros también llevamos nuestra casa a cuestas, llena de alegrías y también de sufrimientos.

Las poesías no son más que apuntes del viaje, de esta peregrinación hacia la nueva Jerusalén, la Jerusalén celestial.

Cada poema es una epifanía, una participación en el poder creador.

La misión del poeta es ser canal, ser siervo útil, removedor de obstáculos, cristal propicio que transparente la sabiduría.

A veces lo logramos, casi siempre lo impedimos.

María Esther Lartigue

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