Ya no quiero dormir.

Me asalta el miedo

de voces y caricias

silenciadas.

El perder la conciencia

me estremece

y me agito en mi cama.

La noche me sumerge

en su misterio

de sombras y de sueños.

El silencio total

casi una muerte

que nos salva, tal vez

de la locura.

Un extraño suceso,

la mente que no cesa,

fantasmas escondidos

tras los velos.

Quisiera exorcisar

la larga noche,

pensamientos poblados de

recuerdos,

de sueños que atormentan

y se asocian

como un tropel sin

bocas y sin frenos.

Tengo miedo al no ser,

al inconsciente

que busca dominarme

y me atropella.

Sólo quiero velar,

estar despierta.

Tal vez, en esta muerte cotidiana

asalte el miedo de la muerte eterna.